Capurganá es uno de los tantos lugares en el mundo que esconde en su interior una vida paralela. Por un lado, es un paraíso para quienes vamos en busca de descanso, naturaleza y por qué no, un poco de música y folclor; por el otro, un infierno para quienes buscan el sueño americano, aquellos que, por alguna razón, ya sea violencia, política o religión deciden salir de sus paises y buscar nuevos rumbos para una “mejor” vida. La mayoría son migrantes africanos y asiáticos, que ven en este lugar tan mágico su paso directo, a los que muchos llamarían una salida fácil, pues la frontera que comunica a Colombia con Panamá a simple vista es fácil de cruzar, sin embargo, la espesura de la selva del Darién, los llamados “coyotes”, ríos caudalosos y un mar que no tiene clemencia alguna, deciden cobrar factura a aquellos que se aventuran a vivir esta odisea.
Capurganá está ubicado en el Departamento del Chocó, en el municipio de Acandí cerca de la frontera colombo-panameña, en el golfo de Urabá. Es una población turística aislada por carretera desde el interior del país. Solo se puede llegar a él, por mar o aire lo que lo hace un sitio un poco recóndito y a su vez un paraíso para mochileros por excelencia. Posee playas de arena coralina y aguas claras lo que lo hace el escenario perfecto para quienes les encanta bucear, también se pueden hacer caminatas hacia lugares cercanos como Sapzurro, El Cielo o El Aguacate, donde se pueden encontrar diversos paisajes y climas. Además, está la opción de conocer La Miel - Playa Blanca, una playa panameña espectacular que cuenta con su propio Duty Free y es una pequeña población a la que se puede acceder pasando el control fronterizo entre las dos naciones.
Esta frontera se encuentra en lo alto del cerro aledaño a Sapzurro. El poco movimiento que existe, tras subir cientos de escalones, es exclusivamente turístico con un par de oficiales de Panamá que revisan documentos. Los turistas o los migrantes colombianos siempre y cuando posean cédula o pasaporte, tienen vía libre para pasar por allí. Desde lo alto del cerro, se puede observar la magnificencia de ambos paises y las maravillas naturales con las que cuenta nuestro continente. Sin embargo, es imposible no pensar en aquellos que se han encontrado a la deriva en aquella selva inhóspita y en las miles de historias de vidas que se cobran a diario, no sólo por cuenta de la severidad de la naturaleza, si no de aquellos que se aprovechan del dolor y los sueños de otros para lucrarse a sí mismos. Es una zona donde el narcotráfico, el paso de migrantes ilegales y el turismo se conjugan perfectamente.
Este paraíso de aguas azules turquesas, lleno de hoteles, hostales y restaurantes, combinado con una espesa selva, varios lugares para conocer y cientos de actividades para realizar, elevan el turismo para aquellos que vivimos alejados de aquella ruta de migrantes, pues en calidad de visitante no se observa directamente esta realidad que se vive día a día. Como dicen por ahí “que el privilegio no te nuble la empatía” y seamos conscientes de las realidades que vive cada uno, es delicioso viajar y disfrutar como turista, pero al menos del lugar que visites, conoce un poco de su historia.
Dato curioso: Su nombre en lengua Kuna significa tierra de ají y el que allí se cultiva es uno de los más picantes que puede probar en su vida, aquí no transitan autos y es fácil recorrerlo a pie.
Un paraíso, realmente escondido, cuando fui tuve la fortuna de conocer varios pueblos aledaños, Titumate, San Francisco, Sapzurro, Acandi... todos maravillosos con na gastronomía espectacular recién sale del mar y al plato, un destino verdaderamente económico y no apto para aquellos a quien el lujo o la comodidad es una prioridad.
el viaje en lancha es muy chévere sobretodo en el lugar donde se juntan el rio y el mar, ese cambio de colores que no se mezclan son fantásticos, nunca había visto algo así.
la fauna es increíble ver casi que todas las especies de esta zona en libertad y en su hábitat natural es algo que llama la atención y que crea consciencia.
excelente articulo.