Con estas palabras que leerás a continuación puedo decirte que nunca es tarde para empezar, toma tiempo, dedicación y mucha pero mucha determinación, no obstante, yo a mis 30 años, soy fiel creyente de algo que pensé que nunca me iba a gustar, era de las que decía o más bien que pensaba que el cuerpo iba a ser el mismo siempre y que quien me quisiera debía hacerlo tal como yo fuera, y bueno eso no está muy alejado de lo que debe ser, que alguien te ame en cuerpo y alma como nunca, pero definitivamente esto iba más allá de la pereza y la repulsión que le tenía al ejercicio. Tampoco quiero decirte cómo o cuándo debes hacerlo porque estoy a años luz de ser una profesional en el tema, tampoco decirte que tienes que entrenar porque en realidad si te sientes cómodo con tu cuerpo, de verdad te felicito, es algo que aún me toma tiempo, pero si quiero contarte como logré amar este cuento, no sólo por el hecho de verme bien físicamente, sino porque muchas veces se convierte en mi terapia y en una forma de escapar de lo que me agobia. Te voy a decir con certeza que nunca me gustó hacer ejercicio, nunca fui una persona deportista y siempre fui alguien muy perezosa; es más la idea de ir al gimnasio me parecía terrible, me inscribí un par de veces, pero siempre terminaba tirando la toalla. Amaba la comida chatarra de una manera muy tóxica, me encantaba la Coca Cola (realmente era adicta) y esto sumado a un sinfín de ideas absurdas que me estaban llenando el cuerpo de ansiedad y estrés, definitivamente un día toque fondo.
Me miraba en el espejo y no me gustaba lo que veía, no me reconocía, no me veía para nada saludable y la ropa ya empezaba a verse fea. Y no fue fácil empezar, en realidad es complicado porque uno quiere ver resultados inmediatamente y es algo completamente erróneo, es un proceso que, como todos, lleva tiempo, el empezar a interiorizar que todo tu cuerpo y mente debe ajustarse y prepararse, que los cambios físicos puede que no se noten muy rápido, pero la energía, el buen funcionamiento del sistema en general, se van alineando positivamente.
Al empezar, muchas veces lloré (porque soy “the drama queen”) y también muchas veces quise dejarlo, pero ahí es donde esa determinación y esas ganas por conseguir lo que me había propuesto tuvieron que hacer de las suyas.
Comencé dejando las gaseosas en general y mejorando completamente mi alimentación, no les voy a mentir que cometo mis pecadillos deliciosos, pero pienso que todo debe ser una balanza y también disfrutar de las cosas ricas de la vida. Me inscribí al gimnasio y entrenaba 6 días a la semana y poco a poco vi cómo iba ganando fuerza. Llegó la pandemia y con esto el cierre de los gimnasios, pero eso no me impidió seguir… Entrenaba más fuerte en la casa con videos que veía en YouTube, sobre todo los de Fausto, que son con los que entreno diariamente, empecé a comprar equipos que me permitían incrementar la fuerza y hacer otros tipos de ejercicios. Poco a poco vas agarrándole el gusto a esta rutina, el tomar agua se volvió una constante en mi vida y la pereza definitivamente quedó enterrada. Como les comenté anteriormente, a veces ni siquiera entrenas por tonificar o bajar de peso, en realidad esto se convierte en una terapia.
Se que me falta mucho por conseguir físicamente, pero lo que he logrado interiormente no tiene precio, a mis 30 años puedo decir que me gusta como me veo y que me siento demasiado bien con lo que he obtenido; lo que más me llena de orgullo es que pude lograrlo por mis propios medios y que no tuve que invertir mucho dinero, sino las ganas y la motivación de llegar a donde estoy hoy. No se necesitan cirugías, ni masajes, ni matarte de hambre para lograrlo, te digo sinceramente que si yo pude, cualquiera puede. Es claro que durante el proceso hay momentos en que no se ven cambios o te ves la barriga, el gordito o que se yo, pero ahí radica lo importante de ser constantes y seguir siempre hacía adelante.
¡Dale que sí se puede!
(Dudé mucho en compartir esta foto, porque en realidad la primera foto la odié por mucho tiempo, pero es una muestra de a donde no quiero volver) La primera imagen es del 2018 y la segunda en el 2020.
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